Los nutrientes necesarios para prevenir las enfermedades son diferentes a los necesarios para lograr la longevidad.

El Dr. Bruce Ames, exdocente emérito de la Universidad de California en Berkeley, lleva varios años estudiando el papel de la nutrición en la longevidad y ha encontrado que el consumo recomendado de vitaminas para prevenir las enfermedades agudas no es suficiente para aumentar la longevidad. Es muy frecuente que el cuerpo sufra deficiencia de vitaminas porque muchas personas se alimentan de una forma no saludable, consumen bebidas azucaradas, alimentos ultraprocesados y carbohidratos vacíos que no tiene suficientes vitaminas.
Nuestro cuerpo requiere unas 30 vitaminas y diferentes minerales y no las produce sino que tiene que tomarlas en la alimentación. Cuando las células se están quedando cortas en alguna vitamina, comienza a racionarla, priorizando las enzimas proteicas claves para la supervivencia inmediata por encima de aquellas que ayudan a prevenir las enfermedades a largo plazo -hasta décadas- como el cáncer y las enfermedades crónicas en general. O sea en lo que tiene qué ver con nuestra vida, en muchas ocasiones priorizamos el corto plazo aún a expensas de nuestra longevidad y posibilidad de un envejecimiento activo y saludable. Cada vitamina o minerales se encuentra en muchas proteínas, por ejemplo el zinc se encuentra en 2000 proteínas, el magnesio en 500 y la biotina solo en 5 proteínas.
Muchas personas no tienen los nutrientes necesarios para su longevidad de acuerdo con el requisito promedio estimado (RPE) para la longevidad con ejemplos palpables como que:
Entre el 70 y 90% de las personas no obtiene la cantidad suficiente de Vitamina D, esta vitamina se obtiene principalmente de la exposición al sol; el 60% o más es deficiente en ingesta de vitamina E y el 45% o más, lo es en deficiencia de magnesio. Lo ideal es obtener la mayoría de las vitaminas a través de los alimentos.
Otros alimentos son cruciales para nuestra salud, como las grasas omega3 y omega 6 que son esenciales para nuestro cerebro y para un envejecimiento saludable. Necesitamos una proporción adecuada de ambas grasas, sin embargo, los aceites de cocina contienen mucha cantidad de grasas omega 6. Salvo que comamos mucho pescado, nuestro cuerpo es deficiente en omega3. El equipo investigador del Dr Ames descubrió además que la causa genética del Alzheimer es la presencia de un gen llamado apolipoproteína E4 (ApoE4), quien tenga una copia de este gen, tiene un riesgo 3 veces mayor de desarrollar alzheimer, si tiene 2 copias, el riesgo aumenta 15 veces.
La proporción ideal de omega3 y omega6 es 1:1 a1:5 , pero con la alimentación occidental esta proporción aumenta a 1:20 y hasta 1:50 y para corregir esta desproporción se necesita 1. reducir significativamente el consumo de grasas omega6, evitando los alimentos procesados y los alimentos cocinados a altas temperaturas con aceites vegetales, siendo los más dañinos, los aceites de maíz, canola, soya, grasas hidrogenadas o parcialmente hidrogenadas, margarina y manteca vegetal; 2. Aumentar el consumo de grasas omega3 de origen animal como pescados grasos pequeños (sardinas, anchoas, arenque, salmón de Alaska) o un suplemento como el aceite de kril.
Además de las vitaminas y minerales, el Dr Ames, considera otros nutrientes como “condicionalmente esenciales” y que son importantes para la longevidad:
Cisteína, aminoácido precursor del glutatión, el que a su vez es un potente antioxidante, desintoxicante, modulador del sistema inmune y proveedor de energía intracelular; Nicotinamida adenina nucleótido, derivado de la vitamina B3 (niacina), importante coenzima en el metabolismo; carotenoides como la luteína y la astaxantina; la colina útil para desintoxicar de las toxinas solubles, una fuente importante de colin son las yemas de los huevos; ácido alfalipoico, un antioxidante que mejora la salud mitocondrial e inhibe la progresión del Alzheimer.
En términos prácticos la investigación de este equipo releva la justificación de la ingesta de una dieta saludable, suficiente, adecuada y la suplementación de la misma por la carencia en que van incurriendo los terrenos y los alimentos en ellos cultivados.
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